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martes, 24 de agosto de 2010

Cine: “I Love You Phillip Morris”, porque soy gay, ¿sabes?

El problema de "I love you Phillip Morris" radica, básicamente, en que ni la película no se toma en serio a sí misma ¿cómo vamos a hacerlo entonces los espectadores?

La opera prima de los directores Glenn Ficarra y John Requa, guionistas de productos de evasión (masiva hacia fuera de las salas de cine) como "Cats & Dogs", "Bad Santa" o la reciente "Cats & Dogs: The Revenge of Kitty Galore" ---quizás esto explique muchas cosas--- no alcanza siquiera el estatus de largometraje de ficción, siendo mucho más adecuado, desde mi punto de vista, el de inocente telefilme para después de comer (y echarse a dormir la siesta). Quizás por ello hayan tenido tantos problemas para estrenar, no por otra cosa.

Ya los títulos de crédito delatan unas aspiraciones más televisivas que cinematográficas. Una cosa es que los créditos se dispongan al final de la película, o que sean tan sencillos como los de las películas de Woody Allen, blanco sobre negro; pero cuando en una película los títulos de crédito se intercalan con la acción de las primeras secuencias, lo siento, evidencian una voluntad televisiva diseñada para que no cambies de canal.

Por otro lado, que me perdonen, menos mal que el propio Steven Russell (Jim Carrey) nos informa de que es gay, de lo contrario, no me hubiera atrevido ni a sugerirlo, acostumbrado a las corruptas imágenes carcelarias de Jean Genet en su cortometraje "Un chant d'amour", aquellas con las que le homenajeara Todd Haynes en la turbadora "Poison", o la fascinante adaptación que hiciera Rainer Werner Fassbinder de su obra en "Querelle", por no mencionar los "sucios" cortometrajes de Kenneth Anger. El caso es que "I love you Phillip Morris" está realizada con una limpieza y castidad tan higiénica que pareciera que está dirigida al mismo público que "Dogs and Cats".

Apurando un poco, incluso me atrevería a afirmar que la incompetente pareja de autores de la película no son capaces ni de imaginar las tretas con las que el auténtico Steve Russell timaba, engañaba y estafaba a sus crédulas víctimas (siendo de Texas, no debería esforzarse mucho, dicho sea de paso), utilizando unas socorridas elipsis para timar, engañar y estafar ellos mismos al espectador al no mostrar ni una sola de sus artimañas de convicción (y la única que muestran, desde luego, no convence).

Por si fuera poco, se hace tal abuso de la odiosa y explicativa vioce over para cuestiones perfectamente claras, que podríamos hablar de un uso excesivo del pleonasmo. Por no hablar de la torpeza en copiar el esquema narrativo de Martin Scorsese en "Casino", a través de un flashforward que muestra a Steve Russell moribundo en su cama, con la ilusa intención de impresionar al espectador con un giro de guión similar al de "Casino", cuando vemos a Sam 'Ace' Rothstein (Robert De Niro) envuelto en fuego al principio de la película y luego resulta que no muere (y no lo siento por el spoiler).

Debo decir que Jim Carrey repite, sin ningún reparo, toda la variedad de tics, muecas, caras y posturas de sus peores películas, haciendo que, a su lado, la interpretación de Ewan McGregor, parezca ¡realmente prodigiosa! ---y mira que me gusta poco, en general. La inclusión del escocés en el reparto se debe ---me juego lo que quieran--- a la fascinación de los autores de la cinta por una de las peores películas de Danny Boyle ---y mira que tiene títulos pésimos--- me refiero a la insoportable "A Live Less Ordinary".

Pocas veces sucede que una misma película tenga críticas similares, pero secundo tanto lo que dice Gustavo, como lo que dice Alberto, añadiendo además sobre el asunto de la verosimilitud que tantas veces se ha comentado que, como diría William Goldman, no porque una historia sea real, es también creíble.

Quizás te pase como a un servidor, que el morbo que provoca el rechazo colectivo por una obra incrementa la intención de verla para poder decir que tampoco era para tanto, una vez vista. Aunque, en realidad, llegarás a la conclusión de que es mucho peor de lo que te habían contado, una vez reflexionas sobre ella. Por supuesto, ninguna fuerza la reivindicación final sobre el personaje real.

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